Referencia

El doctor Joaquin Pérez Rull, se licenció en medicina y cirugía en la universidad de Granada en 1982, realizó la especialidad en París, en el servicio de otorrinolaringología y Cirugía Maxilo-facial del Hospital Lariboisiére, donde trabajó como adjunto en el campo  de la cirugía ortognática.

Desde 1995 ejerce profesionalmente en el servicio de otorrinolaringología del Hospital Universitario de Madrid, enfocando actualmente su dedicación a problemas de salud íntimamente  relacionados con la respiración,  en particular el ronquido y las  apneas del sueño.

Abundantes síntomas,  frecuentemente multidisciplinarios, enfermedades inflamatorio-infecciosas de las vías respiratorias o aerodigestivas (rinitis, faringitis, estomatitis, alergias, asma…), así como ronquido y las apneas del sueño se manifiestan principalmente en sujetos que respiran por la boca y no lo saben, lo ignoran, o no le dan importancia.

La respiración nasal debe ser constante y  es necesario  un sellado o cierre de labios. De la función respiratoria dependen las demás funciones del organismo, masticación, deglución, fonación, audición, olfato, gusto…. cuando no se realiza bien una respiración de tipo nasal se alteran progresivamente otras funciones y órganos; apareciendo diversos y sucesivos problemas de salud.  Síntomas como boca seca, carraspera, tos, congestión nasal,  picor o molestias faringeas y óticas, disfonías, cansancio, ronquido son algunos de los síntomas que aparecen en el inicio y que señalan  una disfunción respiratoria nasal.

Durante el descanso nocturno, al dormir o en la  siesta; al igual que en reposo al pensar, leer,…, los labios deben de estar sellados o cerrados. Igualmente la respiración nasal debe de realizarse en todas las actividades diarias como al  hablar,  al cantar, ejercicio, deporte… Sólo en situación de emergencia o urgencia la respiración bucal suple a la nasal.  Es el médico quién debe diagnosticar la disfunción respiratoria  e informar al paciente de la importancia de una buena higiene respiratoria nasal.

La reeducación de estas disfunciones respiratorias se traduce en una reducción de gasto sanitario, de ingresos hospitalarios, de tratamientos farmacológicos y quirúrgicos, de bajas laborales;  así como en una mejoría individual en la calidad de vida física y mental.

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